"Escribir no tiene nada de especial. Simplemente te sientas frente a una máquina de escribir y sangras". -Ernest Hemingway
Escribir es una actividad a menudo envuelta en una bruma de romanticismo. La imagen del escritor es la de un genio solitario, inmerso en una tormenta de inspiración, creando obras maestras que trascienden el tiempo. Pero ¿esta visión corresponde a la realidad?
La verdad es que escribir es una tarea difícil. Hay días en que las palabras fluyen como un río, pero también hay otros en que cada frase se siente como una pesada piedra a tallar. Ernest Hemingway dijo una vez: "Escribir no tiene nada de especial. Simplemente te sientas frente a una máquina de escribir y sangras". Y esa es la esencia de la creación literaria: poner el alma en el papel, enfrentar el miedo a la página en blanco, reescribir incontables veces y aún dudar si lo que has escrito es lo suficientemente bueno.
Además, existe un mito en torno a la escritura como algo natural, reservado a unos pocos elegidos. Pero ser escritor no es un don místico. Es trabajo. Trabajo que requiere disciplina, paciencia y resistencia a la frustración.
Pero a pesar de todo, hay una recompensa. El momento en el que relees un texto y te das cuenta de que has conseguido darle forma a algo que antes era sólo una sensación difusa en tu mente. La sensación de que, de alguna manera, lo que escribiste puede tocar a otra persona, despertar una emoción, generar una reflexión. Ése es el verdadero brillo de la escritura: su capacidad de alcanzar y transformar, incluso en silencio.
Y si aún queda alguna duda de por qué continuar, aquí va una cita de Kurt Vonnegut, que resume el verdadero valor del arte en nuestras vidas:
"Practica cualquier arte, música, canto, baile, actuación, dibujo, pintura, escultura, poesía, ficción, ensayo, reportaje, no para ganar dinero y fama, sino para experimentar lo que es ser humano".
Si después de todo esto todavía sientes el llamado a escribir, entonces sí, realmente quieres ser escritor.
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